Sunday, February 28, 2016

Vivir atenta

Yo llegué a una clase de "mindfulness" o atención plena, como muchos, en busca de ayuda para controlar mi ansiedad. El curso duró seis semanas solamente pero solo fue el principio de una travesía, de un viaje interior al crecimiento y la transformación.

Al principio colocaba calcomanías en diferentes lugares de la casa y del auto con el fin de que cada que las viera, me recordaran pausar un poco y respirar.

Hace ya un año, en una clase me pidieron que caminara por mi vecindario y que prestara atención a las muchas formas en las que la belleza se manifestaba en lo ordinario. Una caminata de belleza o "beauty walk". Y así fue, caminando alrededor de mi vecindario me percaté de los ladridos de los perros, de las familias sentadas en sus patios juntas, de arte callejero, de naturaleza terca que no se deja vencer ante la presencia del cemento, de padres e hijos jugando en el parque. Fue como ver mi vencindario, de cinco años, por primera vez. Sentí un renacido sentido de reverencia por el lugar que las personas llaman casa, reverencia por los espacios que habitamos.

Hoy en día ya no necesito calcomanías, momentos de atención plena me ocurren todo el tiempo: cuando manejo y me siento cautivada por el paisaje, cuando camino y una pequeñísima flor salvaje me hace voltear hacia ella, cuando voy de compras y el bebé de quienes esperan al frente de mí me sonríe, cuando la niña del auto de enfrente me saluda, cuando veo a seres humanos cuidándose, queriéndose y preocupándose unos por otros. Ocurren en todo momento. Estos momentos aparecen como una manifestación de mi alma, siento un pequeño golpe en el pecho y las pupilas dilatadas. Por segundos me siento completamente presente, con el corazón engrandecido, con un sentido de conexión con el Misterio de la vida, sintiéndome plena y en perfecta compañía con el mundo. Finita e infinita a la vez,


                       

Vivir atenta, cautivada por la belleza de este mundo, de mis relaciones interpersonales. Vivir atenta sin vivir enajenada; tratando de reconciliar la belleza de esta vida, de este universo con el sufrimiento que los seres humanos somos capaces de crear.

Vivir atenta, sintiendo a mi alma manifestarse, sintiendo más siempre y reconociendo que es este vivir atenta lo que ha enriquecido y engrandecido esta experiencia temporal de mi ser.

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