Saturday, September 6, 2014

Mi primer encuentro con el Unitarismo Universalista

Era el año 2004, mi hija tenía apenas unos meses de nacida y yo empecé a buscar una comunidad religiosa que me permitiera encontrar un espacio para mi y mi nueva familia. Buscando en internet, me encontré con la página de la Primera Iglesia Unitaria Universalista de San Diego. Me llamó mucho la atención lo que leí en la página y me decidí a enviar un correo pidiendo más información. Entre mis preguntas, yo quería saber si tenían servicios en español. Unos días después recibí un mensaje en donde me informaban que no tenían servicios en español pero que aún así me invitaban a visitarlos. Mi esposo no hablaba inglés así que desistí de la idea de asistir al servicio y me convencí que a fin de cuentas era una mejor idea el criar a mi hija con una visión más humanista y menos religiosa.

En el año 2010, hice mi entrada triunfal a las redes sociales y abrí una página de Facebook. La abrí con la intención de jugar a la granja y por lo tanto acepté a muchas personas que no conocía. En mi muro, empezaron a aparecer mensajes de una activista y entre ellos, aparecían anuncios de servicios bilingües en una iglesia cerca de mi casa. No me tomó mucho tiempo darme cuenta que era la misma iglesia que había investigado en el 2004 y decidí asistir a alguno de sus servicios.

Habiendo crecido en una familia católica en México, fue muy extraño el llegar a un servicio unitario universalista. El servicio se llevaba a cabo en el auditorio de una escuela y el sermón proyectado en una pantalla. Pero el mensaje tenía sentido, por lo menos para mí. Poco después, fuimos invitados a participar en una protesta de inmigración en el centro de la ciudad. Mis hijas y yo fuimos y lo primero que noté al llegar fue a una persona que yo hubiera identificado como "hombre" vistiendo una falda. Al verlo, me di cuenta de que ese era el ambiente de inclusividad y aceptación en el que quería que mis hijas crecieran. Quería que mis hijas crecieran rodeadas de un ambiente en el que las diferencias eran aceptadas y en donde no se limitara el pensamiento a un dogma específico. También estaba convencida de que no quería que mis hijas crecieran con los mismos miedos y culpas que yo, y muchos otros, experimentamos en la iglesia católica. Fue por eso que a partir de entonces, empezamos a asistir a la Primera Iglesia UU de SD en Chula Vista.

                                             
                                        



En ella hemos encontrado un comunidad que: respeta y acepta nuestras diferencias teológicas, que apoya y nutre el crecimiento espiritual de nuestras hijas, que nos exhorta todos los días a vivir nuestros valores y a actuar en ellos, a luchar por la justicia social, a reconocer el valor inherente de cada persona y nuestra interconexión con los demás y con nuestro universo.


"Imagina una religión...
sin credos ni doctrinas,
que busca la verdad de una manera libre y responsable,
que toma acción en causas de justicia social,
que nutre nuestros espíritus,
que nos anima a seguir nuestros propios senderos espirituales"